Las visiones simbólicas del Apocalipsis, como también del profeta Daniel y otros; no sólo a nosotros nos parecen, a primera vista, misteriosas y oscuras, ¡los mismos profetas que las vieron quedaron perplejos!, pero entonces ellos preguntaron sobre su significado y se les respondía con palabras en lenguaje llano no simbólico declarando el significado de tales símbolos; de ese modo el otrora desconcertante carácter de misteriosas imágenes pasaba a convertirse en una loable característica de ilustraciones magníficas dadas por Dios como ayudas a la memoria y la imaginación. ¿Quién puede olvidar la profecía de los cuatro grandes imperios del mundo cuando se la puede ver de un solo golpe de imaginación en la representación de una estatua con la cabeza de oro, el pecho y los brazos de plata, los muslos de bronce, y las piernas de hierro con los pies de hierro mezclado con barro? ¿Quién puede olvidar el advenimiento del reino de Cristo cuando imagina la roca cortada mas no por mano que cae y golpea a la estatua en los pies y desmenuza toda la estatua y luego, la piedra, se convierte en un gran monte que llena toda la tierra? (Daniel 2:31-45). De modo que no es nada extraño ni antinatural ni fantástico; simplemente Dios da una grandiosa ilustración y luego la explica. Pero son ilustraciones divinamente ordenadas, son Palabra de Dios, y esto nos llena de recogimiento.
Por lo tanto debemos familiarizarnos con esa triple actividad de observar perplejos y luego preguntar y luego recibir la respuesta: Observar perplejos como los profetas, y luego preguntar como ellos preguntaron, y entonces recibir la respuesta, la cual nosotros podemos encontrar, primero buscando dentro el mismo libro profético donde el profeta las escribió; y luego también podemos buscar las respuestas en otros libros de la Biblia teniendo en cuenta que el Autor de toda ella es uno y el mismo Espíritu Santo; pero respetando las más elementales normas de consideración del tema y del contexto.
Respecto al tema, una visión profética puede encontrarse en otra forma en el mismo o en otro libro profético; y una explicación puede complementarse con más detalles brindados sobre lo mismo en el mismo libro o en otro.
Así, por ejemplo, el profeta Zacarías ve una visión simbólica como la siguiente y pregunta por su significado y el ángel da la respuesta:
"Hablé más, y díjele: ¿Qué significan estas dos olivas a la derecha del candelero, y a su izquierda? Hablé aún de nuevo, y díjele: ¿Qué significan las dos ramas de olivas que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro? Y respondióme, diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no. Y él dijo: Estos dos hijos de aceite son los que están delante del Señor de toda la tierra." (Zacarías 4:11-14)
Para que esto sea más visible separaré las tres cosas:
* LA VISIÓN SIMBÓLICA: "dos olivas a la derecha del candelero, y a su izquierda... las dos ramas de olivas que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro..."
* LA PREGUNTA: "¿Qué significan estas dos olivas a la derecha del candelero, y a su izquierda?... ¿Qué significan las dos ramas de olivas que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?" La pregunta no siempre es hecha por el profeta, a veces es efectuada por el interlocutor del profeta, como el anciano que pregunta al Apóstol Juan en Apocalipsis 7:13-17 para luego revelar él mismo a Juan la respuesta. A veces no hay pregunta sino que el interlocutor del profeta sencillamente explica el significado de un símbolo sin mediar pregunta alguna, como lo hace Cristo con Juan en Apocalipsis 1:17-20.
* LA RESPUESTA o EXPLICACIÓN: "Estos dos hijos de aceite son los que están delante del Señor de toda la tierra." Esta es la respuesta que el ángel dio a Zacarías; pero como Dios es el autor de toda la Biblia nosotros podemos ampliar esta respuesta con todo el capítulo 11 de Apocalipsis, donde se ve claramente quienes serán, o cómo serán, y qué harán, estos "hijos de aceite":
Ap 11:1 Y ME fue dada una caña semejante a una vara, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en Él.
2 Y echa fuera el patio que está fuera del templo, y no lo midas, porque es dado a los Gentiles; y hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.
3 Y daré a mis dos testigos, y ellos profetizarán por mil doscientos y sesenta días, vestidos de sacos.
4 Estas son las dos olivas, y los dos candeleros que están delante del Dios de la tierra.
5 Y si alguno les quisiere dañar, sale fuego de la boca de ellos, y devora a sus enemigos: y si alguno les quisiere hacer daño, es necesario que Él sea así muerto.
6 Estos tienen potestad de cerrar el cielo, que no llueva en los días de su profecía, y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga cuantas veces quisieren.
7 Y cuando ellos hubieren acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá, y los matará.
8 Y sus cuerpos serán echados en las plazas de la grande ciudad, que espiritualmente es llamada Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.
9 Y los de los linajes, y de los pueblos, y de las lenguas, y de los Gentiles verán los cuerpos de ellos por tres días y medio, y no permitirán que sus cuerpos sean puestos en sepulcros.
10 Y los moradores de la tierra se gozarán sobre ellos, y se alegrarán, y se enviarán dones los unos a los otros; porque estos dos profetas han atormentado a los que moran sobre la tierra.
11 Y después de tres días y medio el espíritu de vida enviado de Dios, entró en ellos, y se alzaron sobre sus pies, y vino gran temor sobre los que los vieron.
12 Y oyeron una grande voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube, y sus enemigos los vieron.
13 Y en aquella hora fue hecho gran temblor de tierra, y la décima parte de la ciudad cayó, y fueron muertos en el temblor de tierra en número de siete mil hombres: y los demás fueron espantados, y dieron gloria al Dios del cielo.
14 El segundo ¡Ay! es pasado: he aquí, el tercer ¡Ay! vendrá presto.
15 Y el séptimo ángel tocó la trompeta, y fueron hechas grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser los reinos de nuestro Señor, y de su Cristo: y reinará para siempre jamás.
16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus sillas, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,
17 Diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu grande potencia, y has reinado.
18 Y se han airado las naciones, y tu ira es venida, y el tiempo de los muertos, para que sean juzgados, y para que des el galardón a tus siervos los profetas, y a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeñitos y a los grandes, y para que destruyas los que destruyen la tierra.
19 Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su testamento fue vista en su templo. Y fueron hechos relámpagos y voces y truenos y terremotos y grande granizo."
Así, estos tres sencillos momentos serán la base para la interpretación de toda revelación divina por medio de símbolos: LA VISIÓN SIMBÓLICA, LA PREGUNTA, LA RESPUESTA o EXPLICACIÓN.
(Adaptado de "las divinas profecías de la Biblia" por Adolfo Ricardo Ybarra)
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